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Tenebris:
"El silencio de la humildad"

En un reino olvidado por el tiempo, habitaba un cuervo llamado Tenebris. Sus plumas negras como la noche eran tan afiladas como su ingenio. Tenebris no alardeaba de sus habilidades, prefería observar en silencio desde las sombras del castillo de Elenar, donde la vanidad y el orgullo dominaban las conversaciones de la corte.

Un día, el rey proclamó un torneo para encontrar al más digno de liderar su consejo real. Caballeros y nobles se alzaron con desplantes y bríos, pero ninguno captó la atención del rey. Tenebris, humildemente en su rama, se preguntaba si su propia modestia podría alguna vez ser considerada una virtud.

Entonces, el rey decidió una prueba final: encontrar una reliquia perdida en los laberintos del bosque sagrado. Sin alardes ni fanfarrias, Tenebris se aventuró en la espesura. Encontró la reliquia, un colgante de jade escondido entre zarzas y susurros del viento antiguo.

Al regresar, Tenebris entregó la reliquia con una sencillez que conmovió al rey y a la corte. El rey, maravillado por su modestia, entendió que la verdadera grandeza no radica solo en la destreza o el poder, sino en la humildad genuina y el respeto por los demás.

Tenebris se convirtió en el consejero más sabio del rey, recordándoles a todos que la verdadera fuerza reside en el corazón noble y en la capacidad de reconocer la grandeza en la quietud y la humildad.

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